David Yagüe y su novela “Los últimos días del Imperio celeste”

21 de Noviembre de 2014

Presentada en el palacio Vela de los Cobos el sábado 15 de noviembre, en el arranque del Certamen Internacional de Novela Histórica de Úbeda.

Alberto Sanfrutos, presidente de la Asociación Plaza Vieja dijo en su presentación  que es un joven periodista que actualmente ha entrado en el mundo de la literatura, algo frecuente en la historia de la literatura universal.

“Los últimos días del Imperio celeste” es la segunda novela que publica, situada en el año 1900, en China, una sociedad secreta, defensora de las tradiciones milenarias chinas, los conocidos “bóxer”, que amenazan con acabar con los extranjeros en la región y los chinos cristianos. Tiene el apoyo de la Emperatriz china y la indolencia de las legaciones diplomáticas allí instaladas que no dieron la importancia suficiente a ese movimiento.

Es una novela de aventuras muy relacionada con la película “55 días en Pekín”, rodada en España, que había fascinado al autor de pequeño. “Echaba en falta cómo en los últimos tiempos no se escribían novelas de aventuras como lo hacía Walter Scott o Emili Salgari” -dice David Yagüe-, por lo que me embarqué en la aventura de la rebelión Bóxer en la turbulenta China de 1900”.

“Es una novela de un ritmo trepidante, de escenas cortas, muy cinematográficas” –dice Alberto. “En la rebelión Bóxer había muchos personajes, tantos chinos como occidentales, a los que quise tener dentro de la novela y la complejidad histórica del momento” –añade David. “Tantos los occidentales de la novela como los chinos eran racistas” en una China desgarrada por la modernidad que llegaba de Occidente y unas potencias que esquilmaban el país. También es la contradicción entre el patriotismo y el rechazo al cambio cultural. “Uno de mis personajes favoritos es el mandarín, que simboliza el conflicto de los chinos y la emperatriz, que es clave dirigiendo China más de cinco décadas, tratando de modernizar China sin perder su esencia, lo que les fue imposible, y nuestro embajador, decano diplomático en la zona, que aguantó el cerco, el que redactó el tratado que puso fin al conflicto”.

 

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